Durante buena parte de mi vida viví sin soñar. Me acompañaba una creencia. Creía que todo aquello que soñara quedaría enterrado para siempre en el mundo de los imposibles. Era una especie de superstición que yo me había creado a raíz de algunas cosas que no me habían salido bien en el pasado y que me había llevado inconscientemente a creer que una fuerza misteriosa escuchaba mis sueños para boicotearlos… Ahora me doy cuenta de que, en aquella época de mi vida, vivía como una víctima de las circunstancias. Pensaba que era una marioneta de un destino sobre el que no tenía influencia… Así que había enterrado yo misma mis sueños antes de que ninguna fuerza extraña y mal intencionada viniera a arrebatármelos.
Es curioso cómo funciona a veces nuestra mente. Enterramos nuestros sueños para que no nos los arrebaten, porque pensamos que en realidad nunca se podrán hacer realidad… Y entonces la profecía se cumple. Los sueños no se alcanzan… nunca.
Hace ya mucho tiempo que descubrí que no somos víctimas de las circunstancias. Que se puede elegir la vida que queremos vivir, porque de hecho eso es lo que hacemos a cada paso, a cada decisión. Incluso cuando las circunstancias parecen tener un peso tan grande que nos sentimos atrapados, esclavos o sin salida, siempre hay posibilidades de elegir cómo enfrentarnos a todo eso, cómo nos lo tomamos, cómo lo vivimos. Siempre estamos eligiendo la vida que queremos vivir, incluso cuando la elección es vivir pensando que eres víctima de tus circunstancias y que no puedes elegir…
Ahora que vivo como protagonista de mi vida me atrevo a soñar, porque ya no hay lugar para la superstición o el miedo. Y lo más maravilloso de todo es que esos sueños se vuelven realidad. Y es que, cuando te atreves a soñar, te atreves a diseñar tu futuro, pones tu energía en ese futuro que buscas y deseas, te pones en movimiento, y empiezas a buscar cómo hacerlo realidad. Empiezas por creer en que es posible alcanzar lo que deseas, y continúas atreviéndote a fijarte una meta y ponerte en acción para hacer realidad ese sueño.
En definitiva, te comprometes con tu sueño y, ¿”mágicamente”?, se hace realidad.
Y tú, ¿qué haces con tus sueños? ¿te atreves a soñar?